jueves, 12 de abril de 2012

Ximena Peredo / No tan rápido, “chapulines”

Principio del formulario

 

Nos llaman cada tres o seis años para que le demos cuerda al sistema político que repudiamos. Asistimos muy orondos a la cita porque "es nuestro derecho" sin darnos cuenta de que nos están llevando al baile.
Tan sofisticado ha sido el engaño que pagamos su publicidad. Los banners fantasmas, los panorámicos con sus rostros, los spots, los escándalos fabricados los pagamos usted y yo, mientras ellos y ellas se divierten conspirando.
Aunque es angustiante, advertir la complejidad del panorama político es un signo de madurez cívica. Es difícil hablar de la tormenta cuando la gente quiere ver el sol, pero creo que cada vez es más complicado defender un sistema de imposturas que está rompiendo con los acuerdos éticos que le dan sentido a la vida en sociedad.
Como la democracia es un concepto dogmático por el que incluso ha valido la pena morir, es sumamente difícil plantear dudas lógicas sin recibir desplantes.
La instrucción cívica que hemos recibido es tan deplorable que somos incapaces de hacer renunciar a Fernando Larrazabal o a Rodrigo Medina, por mencionar dos de los cientos de casos de corrupción y negligencia confirmada en el poder. Pero los políticos nos han perdido el respeto a tal grado que lavan su imagen o hacen campaña regalando boletos para partidos de futbol que el pueblo mexicano agradece llorando.
Esto lo saben bien los diputados locales que a partir de hoy pedirán licencia para jugar a ser Alcaldes, Senadores o Diputados federales a pesar de haberse confirmado como impostores de la representación pública.
No recuerdo que alguna Legislatura haya agraviado más a ciudadanos organizados que ésta, la 72; desde las iniciativas congeladas de Ley de Participación Ciudadana, la Ley de Bienestar Animal, la negativa a tipificar como delito la desaparición forzada, hasta la decisión de prácticamente regalar a una empresa una reserva natural para la construcción de un estadio.
Esto sin contar los 795 expedientes que dejarían sin resolver, lo que representa un 135 por ciento más de rezago que la legislatura pasada.
¿En qué democracia semejantes malhechores podrían abandonar su puesto para competir por otro? El cargo de elección popular es irrenunciable salvo en casos de fuerza mayor ajenos a la voluntad de la persona (enfermedades terminales, por ejemplo); luego, abandonar el puesto por amor a la "polaca" derivaría en una suspensión de ciudadanía por un año que opera ipso jure, es decir, sin necesidad de juicio, según el Artículo 38 de la Constitución del Estado de Nuevo León.
Como sólo es derecho de los ciudadanos contender por algún puesto de elección popular, y los "chapulines" tendrían suspendida su ciudadanía por abandono injustificado de funciones, la Comisión Estatal Electoral o, en su caso, el IFE, tendrían que rechazar las candidaturas de los flamantes ex Diputados y de paso ex delegados, Alcaldes, etc., por tener suspendido el ejercicio de su ciudadanía.
Sin embargo, en 2006 cuando un grupo de ciudadanos denunciamos la anticonstitucionalidad de ciertas candidaturas bajo la hipótesis expuesta, la CEE -de aquel entonces- desconoció nuestro "interés jurídico" en el reclamo, como si los electores no tuviéramos vela en el entierro democrático, siendo que el Artículo 3 de la Ley Estatal Electoral nos nombra corresponsables de "de la preparación, desarrollo y vigilancia de los procesos electorales".
Nos iría de muy otra manera si los comisionados de la CEE y los consejeros locales del IFE se pusieran la camiseta de ciudadanos para estudiar este caso y negar así, de la mano de la Constitución Mexicana y de la Constitución de Nuevo León, el registro a candidatos con ciudadanía suspendida.
Es difícil creer que las cosas puedan mejorar dentro de un sistema secuestrado por partidos políticos que pese a los brotes de hambruna en el País en este 2012 se aprobaron un gasto histórico de más de 3 mil 361 millones de -nuestros- pesos para patrocinar la superproducción electorera. Pero tampoco podemos cruzarnos de brazos cuando en nuestro nombre toman decisiones antisociales que nos despojan de dignidad y calidad de vida.
Mi candidatura justifica los medios, dicen los poseídos por la inercia electorera, incapaces de reflexión ni autocrítica. Anclados en su próxima aventura política no pueden ver el desastre que dejan detrás de sus pasos. Esto no puede llamarse democracia. Consejeros y Comisionados Electorales, no los dejen saltar.

Final del formulario


No hay comentarios:

Publicar un comentario